UNA TARDE CUALQUIERA

(«… nada me turba
nada me espanta..».Teresa de Jesús)

Escucho voces de jóvenes
olvidados de sí mismos.
Atemporales en sus manos
de un azul incierto.
Me veo en mis años de la uni,
como ellos era yo
un ser esperanzado
y también con tumultos interiores
sin saber adónde dirigirse.

Estoy sentada
en un banco de una plaza cualquiera
como tantas plazas
de cualquier ciudad del mundo.
Nada me turba
mi corazón late
acompasado con la tarde.
Solo soy un cuerpo más
como miles de cuerpos
en este único espacio.

Una guitarra me habla muy cerca.
Un hombre con sombrero de paja
parece acariciarla para mí.

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SENTIR

Quiero hablaros desde
mi rincón
obscuro de la noche.
Todo es silencio:
la mesa donde escribo,
el libro que leo,
el sillón del descanso.
El aire es silencio.
Los besos son silencio.
Tu silencio compañero,
arrullo perpetuo
y cobijo en la memoria.
Te siento
en el profundo pozo
de mi garganta retenida.
Y tu voz vuelve,
resuena en el cuenco
de aquellos nuestros abrazos,
en susurros y silencios.
Entonces el tiempo
se trasformaba
en el paraíso de eros.

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